Gato por Liebre


“Los asentamientos urbanos precarios forman parte del tejido de nuestras ciudades y son necesarios para comprender nuestra realidad urbana. Su magnitud merece atención no sólo por constituir un preoceso ilegal y marginal, sino por la necesidad de enfrentar un problema de calidad de vida en áreas donde la ausencia de planificación y la carencia de conocimiento y recursos, han contribuido a distorsionar el crecimiento, ordenamiento y funcionamiento de las ciudades.” César Castellano Caldera y Tomás Pérez Valecillos, Espacio Público: Transcurrir de vida colectiva. Asentamientos Urbanos Precarios.

Me parece que gran parte de la ciudad se mueve entre lo precario y lo planificado, que las construcciones se “planifican” y nos tratan de mostrar lo bien armado de un proyecto para la vida familiar y el bienestar humano, pero están incrustadas en áreas con grandes conflictos funcionales y visuales, estructuralmente parecen hechas en serie, donde finalmente se crea un micro sistema planificado falso.

Un punto importante es el fenómeno de las construcciones levantadas de forma fulminante en la ciudad (planteado en la charla del arquitecto Emilio Marín), con espacios formulados para vivir una vida planificada, pero no en los términos de sustentabilidad y funcionamiento, sino que un seudo plan: “cerca de supermercados, colegios, centros comerciales. Visite piloto”. Algo similar ocurre con el nuevo concepto de villas que se organizan como burbujas urbanas independientes (áreas emergentes que suponen un surgimiento de sectores, que se vuelven autosuficientes), como la que se pretende construir pronto en Pudahuel. ¿Hasta qué punto es agradable esa ciudad “planificada” y de qué forma aporta a la experiencia humana?

También están las grandes poblaciones, donde todas las viviendas son iguales. No sólo de tipo subsidiadas, sino que también casas para familias más adineradas. Estabilidad, tranquilidad y también monotonía y predictibilidad ofrecen estas planificaciones urbanas. ¿Serán equilibradas hasta el punto de que ocurra un hecho inesperado que pueda causar un desequilibrio mayor que si ocurriera en un contexto de situaciones aleatorias y naturales?

Es necesario que la ciudad ofrezca rasgos espontáneos que dejen situaciones al azar, en su conjunto como un funcionamiento continuo, evitando esos espacios menores que se vuelven burbujas los cuales poco y nada se abandonan; porque así, estas situaciones pueden ser llenadas por cada habitante con sus propias experiencias, de manera de darle una identidad más sólida a la ciudad, que se cree a través del paso del tiempo y no de la sugerida por un plan. Quizás una instancia similar a la de los espacios indeterminados que nos propone Ingarden en la estética de la recepción, donde hay un defecto de composición para que el lector lo llene con su propia visión. Algo que es mucho más enriquecedor que si nos ofrecen todo hecho.

Una planificación de áreas monótonas, de villas, edificios y poblaciones homogéneas, ¿cómo contribuyen a la experiencia humana diferente? Se crea un mundo de comparación entre habitantes, tan injusto cómo juzgar las formas de vida, sin tener una libertad de acción, todos los ojos apuntando a lo que el del lado hace. El vivir en espacios diferenciados, de cierto modo, nos cobija y protege.

El habitar de forma particular nos hace ampliar nuestras formas de vida y complementarse con el vecino, el transeunte. Una vida tan estandarizada ¿cómo aporta al futuro?, ¿Es una búsqueda de la globalización? Planificar espacios comunes como crear moldes, puede ir contra de una globalización errónea, torpe. La tolerancia a la diferenciación debiera ser la clave de las ciudades actuales, por el fortalecimiento de la identidad y riqueza de lo particular en relación al resto del mundo. No más falsas áreas planificadas.

Ciudad Testigo


Previsualización

Fotografías de elementos de la ciudad que son cicatrices de hechos y vivencias. La respiración de la historia, hechos que sucedieron que quedan marcados en la ciudad. La expresión de la forma, que pretendemos descontextualizar, para otorgarle un valor gráfico, estuvo presente durante todo nuestro trabajo.



Versión completa

Ciudad Testigo
Soundtrack: Hopes of Freedom - Ennio Morricone

Por: Victoria Droguett - Daniela Riquelme - Alejandro Robles

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Las 100 fotos tomadas con ningún tema en especial más que buscar las formas gráficas en la ciudad viva. Aunque no la confusión me hizo sacarle fotos a muchas cosas que no buscaba, sin embargo con un poco de fotos que me gustaron, creo que quedé conforme en ese momento.





Siempre encontré tan poco peculiar vivir en Ancud, que no le veía mayor diferencia al resto del mundo, es decir, me creía cualquier mortal que vive en una ciudad distinta y listo. Sin embargo, siempre creí lo bueno que era habitarla, yo soy de allá y no hay nada que me despegue de esa posición, al parecer la humedad del sur hace crecer más fuerte las raíces. Diecisiete años en el mismo lugar y hasta la misma casa no son en vano. El no comparar demasiado la vida de mi ciudad con la de otra, hizo que el cambio brusco me haga repudiar cada mínima conducta, olor, suciedad, calor, etc. de esta ciudad, Santiago. Si bien la vida no me cambió tanto y seguí con mi personalidad bastante estable, me posicioné en un espacio donde soy observadora y a la vez puedo pasar desapercibida.


No me impresionan las magnitudes de la ciudad, mas no comprendo cómo teniendo muchas más posibilidades de desarrollo, Santiago no logra ser lo que sus habitantes desean. La frustración la respiro en los paraderos, donde deambula la mayoría de la población. Me escindo de ellos porque yo no la siento, tengo una parte de mi esencia en otro lugar, lo que funciona mejor que un calmante, psicólogo, terapia alternativa o yoga. Me hace sentir que cuando el hombre más tiene, menos sabe qué hacer con ello. Mies van der Rohe tendría la frase correcta para definir lo que necesita Santiago: Menos es más. Sin embargo, el desorden ha sido parte de su identidad, la cual existe y no como quienes creen que la Capital de Chile no la tiene, esa selva es la identidad.

Entre las dos formas de fundar las ciudades, como decía Maquiavelo (según lo leído en la Ciudad Abandonada), o por hombres nacidos en los lugares donde se construyen, o por forasteros, Ancud y Santiago poseen el mismo origen: por forasteros. No obstante, se diferencian en el objetivo, Pedro de Valdivia fundó Santiago con el fin de hacer una ciudad, al parecer, con una decisión apresurada donde el Mapocho quizás le dio confianza. Mientras que Ancud fue la continuación de Chacao, sector que no servía para el combate, por lo que la ciudad que se necesitaba fue estratégicamente armada en el Golfo (ahora Golfo de Ancud), para fines militares. Es aquí donde pienso que soy más felíz en la ciudad armada estratégicamente y al parecer más pensada y meditada por don Carlos de Berenguer que por la fundada para colonizar de Pedro de Valdivia. Aún así agradezco infinitamente esta selva santiaguina “valdiviana”: la rapidez inútil me da risa, la suciedad me hace apreciar la limpieza de mi ciudad, las malas actitudes de las personas en momentos de estrés me hacen sentir controlada, en fin. Santiago me sube el ánimo. Sin olvidar todos los espacios que se dan para los distintos gustos, desde la feria hasta el mall: lo disfruto, lo camino, lo observo, lo comparo y lo odio.

Ancud es mi esencia, mi casa, mi sintonía. Cuando paseo por su pequeño centro puedo saludar a unas diez personas en un paseo, en Santiago quizás vea a alguien que al parecer vi en alguna parte. Es decir: nadie me conoce, así que hago lo que quiero. Eso hace disfrutar más los detalles, las esquinas, la comida, los negocios; pero a la vez más sola. Cuando salgo a caminar en Ancud, veo lejos el centro de mi casa, y lo recorro en veinte minutos. En Santiago, veo las cosas cerca, estoy en el metro y a la vez en todos lados, recorro el centro en unas horas y no me quejo. Las proporciones han cambiado, pero mis ojos se adecuaron. Mis pies se hicieron más resistentes, mi piel soporta mejor el calor y a la vez gozo de la lluvia, me río de las señoras con sus paraguas y de la sorpresa de mis compañeros al verme actuar de forma extraña frente a las inclemencias del tiempo. Pero en el sur me quejo que no para de llover y de por qué los malditos paraguas siempre se me rompen. Aquí no como pescado frito, ni mariscos, me dan desconfianza, allá puedo comer hasta decir basta. Aquí me agrada el concreto intervenido con creaciones juveniles, en Chiloé me molesta. Aquí crítico la gráfica, allá la armo de nuevo.

Soy feliz y me quejo en ambas partes, estoy en una y necesito de la otra, pero aun así Santiago me ha hecho ser más chilota.

Bienvenidos
















Holars, regreso al blog.. espero que les guste ^^

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